dilluns, 9 de maig del 2011

Mi corazón y mi voto son socialistas

En plena campaña electoral para las municipales del 22-M, encabezo esta reflexión pidiendo públicamente el voto para las listas del Partit dels Socialistes en toda Catalunya.
En este primer párrafo he querido ser muy claro y disipar especulaciones sobre mis preferencias políticas que, malintencionadamente, se vienen manipulando desde hace bastante tiempo.
Soy socialista –y de la Real– y lo seré toda mi vida. Esta afirmación que mezcla futbol y política, quizá sorprenda a más de uno, pero tiene sentido. Me explicaré. Cuando un niño, desde pequeño, y por los motivos que sean, se hace seguidor de un equipo de futbol, es muy probable que lo sea durante toda su vida. Si se afianza esa preferencia, seguramente, no cambiará de equipo porque pierda uno, o muchos partidos, o lo eliminen de una competición, cambien la junta directiva, de entrenador, o no le guste los jugadores que juegan o que fichan.
Quizá esa misma persona, al hacerse adulta, se afilie a un partido político. Si esa afiliación, por los motivos que sean, se hace con convencimiento, por compromiso político, y por los valores que defiende, no por el oportunismo del momento, ni por prebendas, es muy probable que si el partido es serio, y con proyecto, le sea fiel. En el fondo, existe una cierta similitud entre los sentimientos que nos provoca nuestro equipo de futbol y nuestro partido.
La Real Sociedad ha estado en segunda división, el PSC también, y no por ello he dejado de sentir los colores de ambos. Ni se me pasó por la cabeza dejar de ser realista, o dejar de votar socialista, por muchos tropiezos sufridos. Fíjese el lector en el plural inclusivo de este participio pasivo del verbo sufrir.
Los socialistas hemos estado en la oposición durante muchos años, hemos tenido dirigentes que no siempre han sido de nuestro agrado, se han confeccionado listas con gente que no nos ha parecido la más adecuada, se han propuesto cabezas de lista que parecían elegidas por la oposición, y se han tomado decisiones incomprensible para muchos. Pero no por ello hemos dejado de creer en sus valores, ni de sentir sus colores, porque la esencia y misión del socialismo trasciende a las personas.
En los momentos que estamos viviendo, con una firme amenaza de desmantelar nuestro precario estado de bienestar, aunar esfuerzos para parar la derecha, no sólo me parece necesario y juicioso, sino obligatorio. Ni la derecha, en su apuesta por privatizarlo todo, ni los desorientados ex comunistas, en un planteamiento de barra libre y de cruzada contra la empresa, no aciertan en las propuestas. Necesitamos sensatez y cordura. Los socialistas catalanes siempre nos hemos opuesto a dejar a su suerte a los menos favorecidos. Hemos luchado por las libertades, por construir una sociedad digna, con servicios y recursos a disposición de todo el mundo. Hemos defendido, apostado e invertido en cultura, en sanidad, y en enseñanza. El balance del gobierno socialista en Montcada desde los últimos doce años es la mejor prueba de lo que aquí digo. A nadie engaño. Ahora muchos quieren acabar con la sociedad del bienestar que, entre todos, estábamos creando. Esto hay que pararlo.
El 22-M nadie puede quedarse en casa, porque, como decía hace muy poco, parafraseando una cita Toynbee, el mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que están o serán gobernados por personas que sí se interesan por ella.
Votar socialista es la única garantía seria de poder parar el tsunami que la derecha está a punto de conseguir en el mapa municipalista de Cataluña y de toda España.

Quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es
y se reconoce libre de ser lo que es.
Jean-Paul Sartre (1905-1980), filosofo, escritor y dramaturgo.