divendres, 29 d’abril del 2011

Intolerancia, ¡No, gracias!

Leía hace pocos días una entrevista a Stéphane Hessel, autor de ¡Indignaos!, un alegato contra la indiferencia, y a favor de la insurrección pacífica, que ha sido número uno de ventas en media Europa. Su autor, un veterano luchador por las libertades políticas y redactor de la Declaración de los Derechos Humanos de 1948, nos decía que debemos resistirnos a la sumisión que nos impone el sistema, al canto de sirenas de los partidos fascistas, a la tiranía de los mercados, y a que la carrera por el dinero domine nuestras vidas, además de la tentación de despreciar al extranjero.
Digo todo esto, porque las crisis económicas son siempre caldo de cultivo para la intolerancia. Es cuando aparecen partidos políticos que, haciendo bandera de un racismo repugnante, proclaman, desvergonzadamente, limitar derechos de determinadas personas (que siempre son pobres), por su simple apariencia, origen o lengua. Los vascos y los catalanes sabemos de qué va todo esto. Y, ante ello, no podemos girar la cara.
Partidos como Plataforma x Catalunya, que en sus listas de Montcada nadie los conoce, ni quienes son, pero sí lo que representan, es un ejemplo de organización que propone segregar y condenar a determinados ciudadanos. Y hay que decirlo claramente. Ese partido margina y rechaza a los emigrantes, pasando por alto que, en el fondo, emigrantes lo somos todos. Primero, porque todos estamos de paso en esta vida, y segundo, porque, si no fuese así, todavía estaríamos hablando el lenguaje de los signos y comiendo cacahuetes en los árboles. Encerrarse en si mismo es morir lenta e irreversiblemente. Negar al otro es negarte a ti.
Eduard Punset, lo decía hace muy poco en la entrega de la Cruz de Sant Jordi. Catalunya, si se encierra en si misma, corre el riesgo de perder “neuronas”. Acabará asfixiada. El divulgador científico nos recordaba que cuando un pueblo con una identidad muy fuerte se encierra en sí mismo y se niega a recibir la influencia de otras culturas, se va asfixiando, cada vez fabrica menos neuronas y acaba muriendo. No obstante, Punset destaca la importancia de garantizar la pervivencia de la propia identidad como pueblo, aunque sin que ello implique ignorar al resto de culturas.
Hay que ser claro, aquellos que avivan la intolerancia, llámense Plataforma x Catalunya, Hitler o Mussolini, siembran el germen del odio, del desprecio, y del dolor.
Nadie quiere ser diferente, y en fondo todos lo somos, nadie quiere ser pobre, y en el fondo todos lo somos.
Más que nunca debemos reforzar lo que nos une, que es la idea de transmitir una sociedad mejor a las nuevas generaciones, y que la educación y el trabajo forjen los nuevos ciudadanos del futuro, se llamen como se llamen y lleven el apellido que lleven.
Como decía Hessel, todos juntos debemos velar por que nuestra sociedad sea una sociedad de la que podamos estar orgullosos, no esa sociedad segregada como el antiguo apartheid de Sudáfrica, o la del muro que levanta Israel contra los palestinos. No queremos esa sociedad que pone en duda la jubilación, el derecho a la salud, y al trabajo o la que mira con recelo a los emigrantes. Ante todo esto, la indiferencia es la peor de las actitudes. Plataforma x Catalunya, ¡¡No gracias!!

Aunque toda sociedad está basada en la intolerancia,
todo progreso estriba en la tolerancia.
George Bernard Shaw (1856-1950), escritor irlandés.