dimarts, 26 d’abril del 2011

El futuro escenario político

Dentro de la democracia, la pluralidad política, por si misma, no es garantía de calidad, o de estabilidad, ni de facilitar, necesariamente, el gobierno de los mejores que gobiernan para todos. Como tampoco lo es que un armario repleto de ropa (o medio vacío) sea garantía de buen gusto, de calidad de la indumentaria o que ésta cumpla bien su función. Es decir, más no es mejor, menos tampoco. Es importante distinguir esto, porque la calidad de algo no depende de su número, ni del tiempo que lleve en el mercado o de la etiqueta que lo define.
Cuando miramos a Italia o a Francia, observamos que Berlusconi y Sarkozy, y recientemente Finlandia con la ultraderecha antieuropea, ondean un nuevo populismo con una visión mesiánica que se presenta como salvadora de la patria. Envueltos en partidos de nombres rimbombantes, y creados a medida de ellos, hacen creer en el espejismo de un nuevo pluralismo, y que los nuevos partidos, y los nuevos líderes, son mejores que los antiguos. Y eso no es cierto. Lo nuevo no es mejor que lo antiguo, ni tampoco lo contario. Las bondades de los productos nada tienen que ver con la etiqueta que los caracteriza y definen, ni con los envoltorios con que se presentan. En política pasa lo mismo. No es mejor el último que llega, ni peor el que ya estaba. No es mejor el más vistoso, ni peor el más discreto. La diferencia entre unos y otros es que los nuevos partidos, y los nuevos líderes, están obligados a llamar la atención a cualquier precio. Tienen que ocupar espacio mediático y mental entre los ciudadanos. En definitiva, hacerse ver y, para ello, se valen de todo.
Explico todo esto porque en Montcada i Reixac algunos vecinos me vienen diciendo hace tiempo que partidos como Ciutadans, o Plataforma x Catalunya, y otros parecidos, pueden llegar a tener representación en el Pleno municipal y que eso sería positivo para la ciudad. Y yo siempre digo lo mismo. Eso sólo será cierto si detrás de las nuevas siglas hay algo más que juventud, confeti, demagogia y populismo. Es decir, si hay un proyecto de ciudad, un camino definido, si hay la voluntad de compartirlo, y la responsabilidad de recorrerlo junto con el resto de fuerzas, más la seriedad de llevar a cabo un proyecto político para nuestra ciudad, entonces será positivo. Si no es así, si esos nuevos partidos y sus nuevos líderes sólo buscan proyectar su ambición personal o en su programa electoral todos piden lo mismo o, incluso peor, no llegan a definir lo que proponen, simplemente, poco o nada aportarán a la ciudad. En política, los personalismos huecos fracasan. Recientemente, hemos visto en la ciudad determinados proyectos de esta índole que no han fructificado.
En Montcada i Reixac, serán siete las candidaturas que se presenten a la próximas elecciones del 22 de mayo: PSC, CIU, ICV, ERC, PP, Ciutadans i Plataforma x Catalunya. La trascendencia es tal que nadie puede quedarse con los brazos cruzados en su casa. Los ciudadanos elegiremos la configuración del futuro gobierno de la ciudad y lo haremos con memoria y con visión.