dilluns, 6 de desembre del 2010

El piloto automático ya no funciona (y 2)

Si miramos la cartografía electoral en perspectiva comparada, como proponía en el artículo anterior, vemos que el voto cada vez es más volátil. La gente cada vez es menos fiel a su partido, y últimamente están apareciendo nuevos partidos que pugnan por el apoyo electoral de los electores. En las elecciones de mayo de 2011 proliferarán nuevas formaciones políticas que, crecidas con los resultados obtenidos en el 28-N, fragmentaran el voto tradicional. Los partidos de siempre competirán con otros nuevos. Previsiblemente, los partidos de Laporta y Anglada les restarán votos, también Ciutadans, además de la endémica abstención que castiga particularmente a los partidos de izquierda. En este sentido, no olvidemos que Ciutadans, en las elecciones del 28-N en Montcada i Reixac, al igual que en otros municipios, ha obtenido un porcentaje similar al que obtuvo ERC. ¡Al tanto con los posibles corrimientos de fuerza que se apuntan!
Creo firmemente, y sin llegar a mitificar el pasado, que, políticamente, pocas cosas serán como antes. Con este marco de referencia me ha venido a la memoria la interesante fábula del libro ¿Quién se ha llevado mi queso? Aquella narración nos recuerda sobre la necesidad de adaptarnos a un mundo en constante cambio, porque, sino lo hacemos, tarde o temprano, quedamos superados por los acontecimientos, desconcertados, y en el peor de los casos sin iniciativa, estancados y sin rumbo.
Los socialistas y las socialistas, con toda la humildad del mundo, debemos pensar y reflexionar. Debemos actuar y hacerlo ya, reconocer nuestros errores y nuestros aciertos, renovar lo necesario y cambiar lo prescindible. Sin renunciar a nuestras esencias y a nuestra historia, nos ha llegado el momento de realizar una importante reflexión que ni podemos postergar ni debemos eternizar. Las elecciones del 28-N han generado una gran convulsión en el escenario político y su impacto no se detendrá ahí, influirá en las municipales de 2011.
En todo este contexto, los socialistas y las socialistas tenemos que ver qué suma y qué resta, quién suma y quién resta, cuál es nuestra renovada seña de identidad. No se trata de tactismo político, sino de realismo político. Y este debate no debe centrase sólo a nivel nacional, sino también en el ámbito local, donde se debe tomar buena nota de toda esta nueva realidad, porque, entre otras muchas cosas, el piloto automático, en política, y con tantas turbulencias, ya no funciona. Y todo esto debemos hacerlo con coraje para afrontar cambios a partir de liderazgos potentes.