
Desde el socialismo democrático las opciones individuales de cada uno nos llama a aceptar y respetar los credos personales y familiares. No es la primera vez que muchos compañeros y compañeras socialistas expresan desacomplejados su creencia religiosa y su fe en Dios. Aunque no comparto esa fe, siempre me alegro cuando expresan ese convencimiento y lo compatibilizan con naturalidad con los ideales socialistas.
En un reciente manifiesto de apoyo a la visita del Papa a Barcelona, diferentes personalidades del país firmaban ese escrito, ente ellos, importantes líderes socialistas, como el alcalde de Lleida o el de Tarragona. Relacionado con esto, recuerdo una comida que mantuve con José Félix Ballesteros, alcalde de Tarragona, donde manifestó de forma natural su fe católica y la de su familia. Vino a decir que su fe religiosa le parecía positiva para la educación de sus hijos y compatible con sus ideales políticos, y que entendía su religiosidad católica como liberadora, y de lucha contra las injusticias sociales y económicas, en un compromiso de solidaridad que era vivido con humildad y actitud desinteresada de servicio. ¡Toda una declaración de principios que me ha venido a la memoria en estos días donde tanto revuelo se ha levantado con la visita de Benedicto XVI a Barcelona!
Como decía al principio, con el símil del rifirrafe entre el entrenador del Barça y el del Copenhague, la valoración final de las cosas dependerá del equipo en el que juegues. Yo, por ahora, estoy de espectador en el banquillo, y me lo miro con cierta distancia. Como dice una campaña que se opone a la presencia del Papa en Barcelona, yo tampoco lo espero.