dilluns, 11 d’octubre del 2010

Ni cabizbajos ni resignados

Cuando se viaja en transporte público, ya sea en metro o en tren, se observa que encima de las puertas, expuesto en el exterior, hay un letrero que dice algo parecido a Dejen salir. Esta indicación es un llamamiento al orden. Que los pasajeros que pretenden subir se esperen a que los que quieren apearse lo hagan. Los del andén esperan su turno, pacientemente, a que llegue el tren, se pare, bajen los que deben hacerlo y suban los demás. Ésta es la única secuencia posible. Sin orden, el caos está servido y solo primaría la ley del más fuerte, del matón, del más violento, e insensible a los demás. La vida en sociedad se organiza a través de parámetros parecidos.
La democracia representativa también funciona más o menos así. Cada determinado tiempo, el tren se para en una estación (las elecciones), donde de cada vagón salen unos (los políticos que pierden o renuncian a continuar) y suben otros (los que ganan). Generalmente nadie puede modificar esa dinámica antes de tiempo. No hay paradas entre estaciones, ni desviaciones como pretendía Tejero, con la intentona de golpe de estado, o como hacían los comunistas y fascistas que no permitían que nadie saliese o entrase del tren.
En las democracias, si alguien no cumple las mínimas normas, acude el revisor (la ley), el jefe de estación (la policía), o el servicio de seguridad (los jueces o magistrados) para retener al que no se comporta (un corrupto, o violento) o poner orden en el interior de los vagones. También están los casos de los políticos que, por motivos de todo tipo, dimiten para facilitar el relevo a otros. En suma, y grosso modo, la dinámica del tren ilustra lo que es la política democrática.
Hay que recordar esto porque en los últimos tiempos estamos asistiendo a una cruzada mediática que transmite a la opinión pública que los que van a bajar en la siguiente estación ya están condenados previamente, y éste es el Partido Socialista. Diversos grupos de comunicación, a través de la prensa escrita, radios y soportes digitales de todo tipo, no dejan pasar la oportunidad de condenar a los socialistas, se llamen como se llamen, tengan el cargo que tengan, y hagan lo que hagan. Tal y como sucede con la cadena Fox en Estados Unidos que no deja pasar una a Obama,
Estamos asistiendo a una campaña orquestada que se ensaña con el socialismo, convirtiéndolo en culpable de todas las desgracias, y que antes de jugar el partido (las elecciones), se les da como perdedores para crear un estado de opinión adverso que cree desánimo en las propias filas y distancia entre los electores. Se estigmatiza a Montilla, llevándole hasta el esperpento, se desacredita a Zapatero y se especula sobre su continuidad en el 2012, se acusan a todos los gobiernos socialistas, estén donde estén y gobiernen con quien gobiernen, por esto o lo de mas allá. En el País Vasco, porque Patxi López hace o deja de hacer, en la Comunidad de Madrid porque Trinidad Jiménez es o a dejado de ser…. Son muchas las voces interesadas en crear estos estados de opinión, incriminando, acusando, difundiendo rumores, levantando falsas acusaciones y gratuitas insinuaciones, todas ellas negativas, para presentar al PSOE como perdedor antes de jugar el partido y dando por hecho que la próxima parada (las elecciones) se apearán todos, cabizbajos y resignados.
Los socialistas nunca nos hemos resignado, ni hemos dejado de luchar por la justicia social, no abandonamos nuestras responsabilidades ni en tiempos convulsos como los presentes que obligan a tomar decisiones duras pero inevitables y necesarias. Pero habrá muchas sorpresas en las próximas elecciones. Muchos nos están condenando a no continuar porque dan por hecho la derrota, inoculando desánimo y desconfianza. Pero habrá sorpresas. La democracia se fundamenta en la alternancia política y en les recambios, y para que ello sea posible, el pueblo es el que vota, no los periodistas, ni tertulianos o grupos de comunicación. Para entrar y para salir se debe respetar las reglas de juego y no dar por perdido el partido antes de jugarlo.