divendres, 4 de juny del 2010

Síndrome de la calumnia (y 2)

¿Pueden las malas formas ganar a la educación, o al sentido común? ¿Tiene más razón el que más grita? ¿El que más acusa? ¿Es más juicioso el que consigue llamar más la atención abroncando o abucheando?... Por poner un ejemplo, y de forma muy resumida ¿Es mejor Belén Esteban que Judith Mascó? La respuesta, en el fondo, es lo de menos. No sé si una es mejor que otra, y, en todo caso, lo será siempre respecto a alguna cosa. En política el estilo Belén Esteban se ha convertido en la forma de hacer política de mucha gente. Chilla, insulta, acusa, manipula, conviértete en un buen demagogo, o demagoga, y los focos de la atención pública te sonreirán.

Las dinámicas políticas están llegando a un punto donde la reflexión, el debate y el contraste civilizado de opiniones se acaban convirtiendo en un recuerdo mitificado, difuso y lejano. Ahora lo que se lleva es llamar la atención a cualquier precio. Gritar más que el otro, acusar mejor que el adversario, gesticular más que nadie.


Relacionado con mi voluntad decidida de dejar el acta de regidor para facilitar un relevo generacional en la dirección del ayuntamiento, hay mucho estilo Belén Esteban que, sin pudor ni miramiento, despotrica contra mí por esto, por aquello y por lo de más allá. Del Partido Popular sorprende poco su estilo barriobajero, porque han aprendido mucho y rápido. Posiblemente los del PP quieran pasar página con una cortina de humo de los centenares de sumarios abiertos contra cargos del PP que han estado encausados, incriminados y condenados a cárcel o inhabilitados. Bárcernas, Gürtel, El bigotes, los trajes de Camps, los bolsos de Rita Barberá, las comisiones, el caso Andratx en las Baleares, etc. etc. Creo firmemente que a la portavoz del PP en Montcada i Reixac le interesa bien poco la ciudad. Nunca ha hecho nada por la ciudad, y menos con los dos regidores que tienen. El interés de la portavoz del PP no es local, sino hacer méritos para ir bien situada en las listas del PP a las elecciones del Parlament de Catalunya. Quiere caer bien en su partido, y hace lo que sea para conseguirlo.


Tampoco sorprende, aunque decepciona, el estilo Belén Esteban del portavoz de ICV en Montcada, en todo el tema de mi renuncia. Al igual que la regidora del PP, él tampoco sabe qué es la mesura. Dispara a diestra y siniestra, arriba y abajo, con el único objetivo de hacer ruido. Llamar la atención, incriminar, acusarme, dudar de lo que digo o hago es la consigna de uno y otra. Desconfiar de mi palabra. En fin,… penoso. La portavoz de ERC, quizá más comedida en la frecuencia de sus acusaciones contra mí, que no en su intensidad, sigue también un estilo parecido al de Belén Esteban. Muchos vecinos que también asisten atónitos a este espectáculo ya me han dicho en más de una ocasión aquello de Dios los cría, y ellos se juntan.


Soy consciente que la oposición debe hacer su trabajo. Es decir, tutelar la acción de gobierno y ejercer de oposición constructiva y atenta, pero no a cualquier precio y con cualquier estilo. Creo que nunca se debe entrar en el campo de las calumnias, las acusaciones infundadas, o las difamaciones,… en definitiva en el estilo, chulesco y barriobajero que muchos practican.


En todo este escenario hemos llegado al punto que parece que tienen más razón el que más chilla, el que más acusa, que no, en cambio, el que recibe las acusaciones, o el que se defiende.


Todo esto es perverso, particularmente cuando el que acusa lo hace gratuitamente, sin pruebas y el que se defiende de las acusaciones, -como es mi caso- lo hace dando su palabra, reiterando su inocencia y poniéndome a disposición de todo el mundo para que se sepa todo lo que se deba saber. Pero esta disponibilidad pasa desapercibida. Los que vienen utilizando el estilo Belén Esteban no sólo se degradan a sí mismo, sino que emponzoñan la dinámica política, con unos objetivos electoralistas, o de proyección personal. Nada nuevo.


Tal y como cito en otro foro, ante todo esto, intento mantener una actitud estoica, porque como apuntaba esa escuela de pensamiento filosófico todo lo que pasa, ocurre necesariamente.