dimarts, 22 de juny del 2010

El deber cumplido y los retos de futuro (y 2)

Decía en mi artículo anterior que Montcada i Reixac ha vivido en los últimos años, posiblemente, una de las transformaciones más radicales desde sus orígenes. En volumen y pluralidad de población, por la profunda revolución urbanística que se está llevando a cabo y por el gran abanico de intervenciones realizadas, la ciudad ha cambiado de forma drástica. No lo digo yo, sino los vecinos y vecinas protagonistas de estos cambios.
No quiero ahora hablar del pasado, aunque éste sea inmediato, sino de los retos de futuro. Y lo haré, tal y como sugiere el Plan Estratégico de Montcada i Reixac, centrando mi análisis en tres grandes áreas: las personas, la economía y el territorio. Respecto a las personas, nuestra ciudad debe dirigirse hacia un modelo estable que pivote en torno a los 40.000 habitantes. En estos momentos tenemos unos 34.000. Un techo que se estabilice en los 40.000 habitantes genera una ciudad todavía cercana, con perfil humano. La ciudad puede y debe crecer hacia el Pla de Reixac-Mas Duran y absorber progresivamente nuevos residentes. No de forma inmediata, sino paulatina. Ello irá provocando un aumento en la demanda de servicios, además de más movilidad, y accesos. La demografía de este siglo XXI será diferente si la comparamos con el siglo XX. Una pluralidad de gentes, de origen étnico, lingüístico y de preferencias religiosas diversas, vivirá nuestra ciudad. La gestión de esta diversidad es, y será más aún en el futuro, uno de los grandes retos de nuestras sociedades, de todos los municipios y pueblos de Europa. Más población, más pluralidad de origen y demandas más segmentadas es el escenario inmediato. La renovación y el aumento de la población a través de nuevas cohortes provocarán una ciudad ligeramente diferente a la que conocemos.
Respecto al territorio, hay tres grandes áreas donde se concentrarán los retos de futuro. La primera es la constructiva. Montcada i Reixac debe crecer verticalmente. La utilización intensiva del suelo, es decir la creación de edificios y bloques con unas alturas aceptables es sostenible. El modelo de urbanismo horizontal, de casas apareadas, y que depende del vehiculo privado, no. El otro aspecto es la movilidad interna y la que atraviesa el municipio. Respecto a la primera hay que posibilitar la movilidad entre barrios que progresivamente vaya dejando atrás el vehículo privado. Necesitamos más transporte público, carriles bici, zonas peatonales y tránsito pacificado con límites muy estrictos de velocidad. En lo que respecta a las grandes infraestructuras viarias que cuartean el territorio, la lucha sigue viva. Necesitamos seguir reduciendo a la mínima expresión la circulación en superficie de las vías de tren, soterrándolas y facilitar circunvalaciones que reduzcan el impacto visual y sonoro de las artérias de comunicación, con el objeto de conservar los núcleos urbanos del impacto visual y acústico, además de recuperar territorio para uso ciudadano. El tercero es la preservación y aumento de la zonas verdes protegidas. Montcada i Reixac es un municipio único en este aspecto. Este elemento debe continuar siendo un hecho diferenciador y emblema de la ciudad. Debemos proteger y acercar más la Serralada de Marina, el Turó, y Collserola a la ciudadanía
Respecto a la economía, la sociedad del conocimiento es nuestro horizonte, vivamos donde vivamos y tengamos la edad que tengamos. Nuestras empresas y nuestros trabajadores, compiten mejor mediante el talento y el conocimiento. La destreza manual y la fuerza, o lo que es lo mismo, la fábrica de chimenea no tiene futuro. El sistema educativo debe coordinar sus ofertas a las nuevas demandas en un mundo globalizado. La formación continuada, de por vida, es una obligación y las administraciones locales deben contribuir a ello. Hay que saber aprender y desaprender lo que no sirve para aprender lo nuevo. Hay que mejorar la flexibilidad y adaptabilidad de los trabajadores y empresas. Debemos hablar más idiomas de los que hablamos y mejor de lo que lo hacemos. La economía vive, y aún más lo hará en el futuro, una revolución tecnológica sin precedentes. También un cambio imparable en el uso de nuevas energías con la incorporación progresiva de la fusión del hidrógeno y la marginación y encarecimiento sistemático de los hidrocarburos.
En definitiva, todo sigue en movimiento y con más velocidad que nunca: cambian las personas, las generaciones y las demandas de unos y otros.
Las ciudades deben adaptarse a los nuevos retos estimulando y facilitando los medios para que la económica y los ciudadanos, de forma responsable y autónoma, sigan contribuyendo a la mejora de nuestra sociedad. Montcada i Reixac no debe perder el tren del siglo XXI y todos los retos que conlleva. La mejora forma de hacerlo es estar preparado, visualizar los escenarios más inmediatos y prever con tiempo y acierto las mejores respuestas individuales y colectivas. Sólo así, el futuro es una oportunidad, sino se convierte en un problema.