divendres, 28 de maig del 2010

La fina línea del horizonte

El horizonte es una línea imaginaria que delimita lo que nuestra vista no llega a ver. Es un perfil lejano que no existe, al que nunca llegas por más que avances.

La condición humana es única en concentrar alegrías y compartir futuro y esperanzas. Somos la única especie del planeta que es consciente de su finitud, de su muerte. Ningún otro ser vivo es consciente de esta realidad finita.

La secuencia ininterrumpida de logros de nuestra especie a lo largo de la historia, no sólo nos hace mejores, sino solidarios. El ser humano se conmueve por el dolor ajeno, pero también se contagia de la alegría. En definitiva, la empatía es una característica propia. Como lo es la renovación. Todo está en movimiento, nada es estático, todo gira y todo se renueva. La termodinámica, dentro de la física, nos explica mejor que nadie los dinamismos de los sistemas físicos. La termodinámica nace para explicar los procesos de intercambio de masa y energía térmica entre sistemas térmicos diferentes.

En los equipos de fútbol, la movilidad dentro del campo, en el banquillo y en el quipo directivo es habitual. Nadie está parado, todo el mundo cumple un papel temporal. Todo cambia, el liderazgo, las personas, las tácticas... Es el intercambio de masa y energía. En política, como en otros deportes, pasa igual.

En perspectiva, nos debe contentar no sólo nuestro tránsito por este planeta, sino el reconocimiento que nos hacen nuestros semejantes por el deber cumplido, por la entrega y el respeto hacia los demás. En definitiva, por servir. Ya sea a nuestro círculo más inmediato, como la familia; o a los socios y aficionados de un equipo de fútbol por los jugadores; o los vecinos y vecinas de un municipio a los que sirve el gobierno de un municipio.

Los antiguos creían que, cuando navegaban, arribaban al fin del horizonte, abriéndose ante ellos una infinita cascada hacia el abismo. Pero sabemos que nos es así. El horizonte simboliza un fin, la esperanza, la lucha por conseguir un camino compartido, una misión al servicio de los demás. Tarde o temprano, el testigo que nos pasaron para liderar ese recorrido, lo cedemos a otros para que continúen. Así ha sido siempre y así continuará siéndolo durante los siglos de los siglos. Nada nuevo. Todo está en movimiento, es bueno que sea así y nadie debe impedir que deje de serlo.