Últimamente el tema de la salud está ganado protagonismo mediático en nuestra ciudad. Grupos interesados alzan la voz de alarma sobre la salud y la relacionan directamente con la cementera. En torno a este tema me he manifestado en más de una ocasión y lo repetiré tantas veces como sea necesario. No nos desentendemos del tema, a la vez que estamos tranquilos y confiados ante los diferentes estudios que muestran que nuestra salud es tan buena como la de cualquier otra persona del entorno. Estamos vigilantes y entendemos la inquietud de muchos, pero rechazamos la manipulación cuando ese interés es aprovechado políticamente y se convierte en arma política. A nadie se le escapa que a la altura que estamos de legislatura, cualquier excusa es buena para que voces interesadas y con intereses muy concretos, se opongan a cualquier cosa, hagan ruido y reclamen visibilidad en la agenda política, y ciudadana. Ahora le ha tocado al tema de la salud de la ciudadanía de Montcada y su supuesta relación directa con la cementera Lafarge. La ecuación que intentan fijar estas voces interesadas es muy fácil: se trata de relacionar la salud (o mala salud) con la contaminación, la contaminación con la cementera y la cementera con el gobierno. Si se hace bien y tiene éxito, la relación transitiva de la ecuación hace que la salud sea “naturalmente” una variable que depende, en último extremo y de forma directa, del gobierno y, por lo tanto, es éste el que debe rendir cuentas. Con el tiempo, y tras estar expuesto a esta letanía, lo que se acaba reteniendo es esto: un eslogan o resumen fácil de recordar, aunque, desgraciadamente, inexacto! Esta es la estrategia de cualquier grupo interesado de convertir al gobierno de turno en responsable de casi todos los males que nos suceden: resumir a una ecuación simple la complejidad de infinidad de variables que inciden en un hecho, y repetirlo tantas veces como haga falta, hasta que forme parte de nuestro imaginario. Todo esto no es nuevo, pero hace falta recordarlo.
Lo hemos dicho de todas las formas posibles, por activa y por pasiva, alto y claro: no hay ninguna razón objetiva para la alarma social. Nuestra salud es tan buena como la de cualquier otro conciudadano de nuestro entorno. Y no lo digo yo, sino los informes oficiales y los entendidos. Permitidme, que a partir de aquí, haga las siguientes reflexiones.
¿De qué hablamos cuando la Generalitat de Catalunya contempla la posibilidad de sustituir el carbón por la biomasa? ¿Es preferible uno al otro? I si es sí, o es no, ¿por qué?, ¿en base a qué razones? Soy de la opinión que no hay que tener miedo a debatir el asunto y que la decisión final se debe tomar en base a datos objetivos que avalen la mejor opción posible y que esta sea, por encima de todo, la que mejor proteja la salud de los trabajadores y de los vecinos de Montcada i Reixac
No hay ninguna duda que toda la industria está obligada a disminuir paulatinamente sus emisiones de CO2, tal y como nos indica el Protocolo de Kyoto, pese a los sistemas de moratorias y de mercados de emisiones. El CO2 y el CO, son gases de efecto invernadero pero no directamente perjudiciales para la salud. El CO2, por ejemplo, es producto de nuestra respiración y es fijado por los vegetales desde la atmósfera, elaborando moléculas de carbono (indispensables en la cadena alimentaria) gracias a la fotosíntesis. La acumulación excesiva de estos gases en la atmósfera, que se hace de forma homogénea por las corrientes de aire, como el oxígeno, hace que aumente la temperatura de la tierra a escala global, a escala planetaria, cuando los vegetales no llegan a fijar o a incorporar en sus tejidos. En caso alguno se puede decir que los ciudadanos soportamos estos kilos o toneladas de CO2 que algunos dicen, ni que esto comporte ningún problema directo de salud.
Hace poco hemos leído varias declaraciones de Cementos Lafarge sobre las emisiones de sus actividades. Éstas son declaraciones públicas de emisiones regidas por el Real Decreto 508/2007, de 20 de abril, por el que se regula el suministro de información sobre emisiones del Reglamento E-PRTR y de las autorizaciones ambientales integradas. Es decir, nadie oculta nada, todo lo contrario. Las comunicaciones se establecen a partir de unos umbrales de comunicación o información pública.
La valorización de biomasa que promueven la Generalitat de Catalunya y el gobierno de España, así como otros países europeos y del mundo y que, dicho sea de paso, todavía queda por autorizar a Lafarge Cementos y que nosotros, como Ayuntamiento, nos hemos posicionado claramente a través de la moción del pasado 14 de enero hasta no tener todas las garantías posibles de que no afecta a nuestra salud, tiene como uno de los objetivos principales, justamente la reducción de las emisiones de gases de carbono (como el CO2) que se producen al quemar combustibles fósiles como el coque de petróleo. Por lo tanto, en el supuesto de que no se lleve a término la valorización de biomasa en la cementera, y mientras ésta funcione, es de esperar un nivel de emisiones de CO2 similar, al que tenemos en estos momentos. Las emisiones de partículas PM10 (y otras como pm2,5) y de NOx, inherentes a la actividad cementera sí son directamente perjudiciales para la salud más allá de los umbrales establecidos por la Unión Europea y la Generalitat de Catalunya. En este sentido, el gobierno y el Pleno municipal se han pronunciado muy claro y contundentemente en la defensa de la salud de la ciudadanía de Montcada i Reixac. Del mismo modo, se han elaborado tantos informes técnicos y procedimientos administrativos como ha sido posibles dentro de los mecanismos legales establecidos.
Según los estudios hechos en Catalunya, en España, Europa y otros países industrializados, el 80% de las emisiones de partículas pm10 y de NOx son atribuibles al tránsito motorizado. Montcada no es ninguna excepción, aún teniendo empresas singulares que, al mismo tiempo, son las más controladas por las administraciones competentes.
Con todo este ruido de fondo, lo que están haciendo estas voces interesadas que cuestionan nuestra salud es reducir a píldoras sencillas realidades muy complejas, así como sembrar la duda y difamar que algo quedará. No es nada nuevo, pero hace falta tenerlo muy presente.
Mientras tanto, nuestro posicionamiento continúa siendo tan claro como al comienzo. No aceptaremos ninguna imposición, ninguna autorización medioambiental, venga de dónde venga, que represente una amenaza para nuestra salud, de nuestras familias y de nuestros hijos e hijas. Y, tal y como hacen otros, lo repetiremos, con la máxima claridad, tantas veces como haga falta.