dimecres, 7 d’octubre del 2009

Medalla de la ciudad para el General Franco


Cualquier que lea el titular se quedará de piedra. Pero más helado se quedará al leer lo siguiente: “Esta Corporación (El ayuntamiento de Montcada i Reixac) por unanimidad de sus componentes, acuerda conceder a Su Excelencia El Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos, Excelentísimo Sr. Don Francisco Franco y Bahamonde, que Dios guarde, la Primera Medalla de Oro de la Ciudad, como expresión de reconocimiento y gratitud por los servicios prestados a este Municipio y como testimonio de afecto y adhesión y lealtad a la ejemplar vida al servicio de España de nuestro glorioso Caudillo, interpretando con ello el sentir unánime de todo el vecindario”. Acta de la sesión extraordinaria correspondiente al día 24 de abril de 1969.
Lo que son las cosas, un día después del día de Sant Jordi, hace de ello cuarenta años, el ayuntamiento franquista de Montcada i Reixac otorgaba al dictador una medalla absurda, con pompo y boato, enmarcada en lo que históricamente se ha conocido como el tardofranquismo y con una autocomplacencia franquista ñoña e irreal. La medalla demarras venía a cuento por la ayuda que se recibió tras las inundaciones de 1962. Pero el tema todavía traería punta. Dos años más tarde, en 1964, el mismo ayuntamiento franquista, en un alarde de chulería palurda, devolvió una parte de la cantidad recibida por considerarla innecesaria. Esperpéntico ¿verdad?
Por fortuna y por el esfuerzo de muchos luchadores por las libertades democráticas, los tiempos cambian, las formas también y el Estado de derecho impone, hoy en día, el imperio de la ley.
He querido recoger literalmente el acta de la sesión que otorgaba la medalla al dictador, porque creo que ilustra mejor que nadie el escenario de cartón piedra de la política local del momento y la hojalata de la medalla.
En nuestros días, con la Llei de la Memoria Histórica, se quiere reparar simbólicamente aquellos recuerdos, o mejor dicho pesadillas. En el pleno del pasado mes de septiembre la Corporación municipal del Ayuntamiento de Montcada i Reixac, con la abstención del partido que se imaginan (el PP), aprobó una moción para retirarle la medalla. Un acto simbólico que nos libra estéticamente de un episodio triste y de infame recuerdo para muchos, para la gran mayoría.