divendres, 4 de setembre del 2009

¿En qué situación se encuentra el conflicto de ETA?

Lo que viene haciendo ETA desde siempre, no es nuevo, es de manual: golpear y parar para crear opinión. El objetivo numero uno de la banda terrorista es suscitar la ira del adversario, porque al enfurecerlo no está en condiciones de juzgar correctamente y percibir la propia ventaja. Se le encoleriza haciendo que se equivoque, que dude sobre si mismo, atormentarlo y, en general, induciendo a que se comporte de manera errática, insegura. La foto que ilustra estas reflexiones muestra el estado en que quedó las viviendas de la Guardia Civil después de la explosión de una furgoneta bomba a finales de julio en Burgos.
En las últimas semanas el acoso policial a la banda, junto con una intolerancia a quienes la jalean, se ha convertido en una combinación inédita hasta el momento. A pesar de los atentados de este verano y de la tensión provocada en la opinión pública, los éxitos policiales han sido muy destacados: se han descubierto depósitos de armas, zulos y otros escondites en diversos lugares de Francia, y se han detenido diversos terroristas muy buscados. El gobierno de Patxi López mantiene un pulso con los seguidores de ETA por el control de la calle. Debe mantenerse la eficacia policial con un mensaje claro a los jefes de la banda: no les conviene seguir con su estrategia, porque no lleva a ningún sitio y los próximos en caer serán los que ahora dan las órdenes. Es imprescindible poner coto a la impunidad que durante largo tiempo ha vivido el entorno juvenil de la banda, e interrumpir la renovación generacional de ETA.
Sabemos que, con frecuencia, quien discute no lucha por la verdad, sino por imponer su propio criterio. Esta es una característica de la condición humana. La propia astucia, o la maldad, contribuyen a magnificar el conflicto para convertirlo en público y notorio, y presentarse como víctima. En un conflicto político la probabilidad de que las partes enfrentadas ambas tengan parte de razón es alta. De hecho podemos tener razón objetiva en un asunto concreto a la vez que estar equivocados a ojos de la mayoría o de la no mayoría. Eso sucede cuando el adversario refuta mi prueba, y yo refuto la prueba del adversario. En el fondo, las verdades absolutas no existen, sólo son vigentes hasta que son refutadas por otras que las substituyen, pendientes siempre de una nueva revisión.
Este verano de 2009 en el País Vasco ha sido único desde hace décadas. Durante muchos años las autoridades locales han tolerado, por miedo, por interés o por táctica política que, durante las fiestas locales, el entorno de ETA hiciese suya la calle, aumentado la provocación y la intimidación a los vecinos o políticos no abertzales. Este verano aquella tolerancia ha cambiado. El gobierno de Patxi López considera un objetivo central acabar con esa situación y así lo está demostrando.
El llamado “problema vasco” dejará tarde o temprano de ser un problema. Que nadie lo dude. No sabemos si acabará de golpe, como cayó el muro de Berlín, o lo hará de forma progresiva, como el IRA en Irlanda del Norte. Sólo sé que los conflictos larvados avanzan de forma explícita orientándose hacia una negociación razonable. Muchos son los que consideran que la negociación es un camino insustituible. Así lo muestra Antonio Segura en su libro Euskadi. Crónica de una desesperanza. Recomiendo la lectura de este libro que apunta algunas claves interesantes sobre las que debatir. Mientras tanto, que nadie se engañe: no hay medida política más eficaz para que ETA desista que perseverar en el acoso policial a la banda y su entorno. Vamos por buen camino, vamos por el camino correcto.