dijous, 2 de juliol del 2009

Las dictaduras nunca han sido legítimas


El golpe de estado en Honduras es un triste capítulo que nos sorprende y nos genera vergüenza ajena. Hay que ser muy claro. Las asonadas militares, las intentonas golpistas, los movimientos desestabilizadores, provengan de donde provengas, las dictaduras, por muy bien que se enmascaren, deben ser consideradas como un ataque frontal a la democracia, y denunciable nacional e internacionalmente. En estos temas no hay términos intermedios. O estás a favor o en contra de los golpistas. Aceptas o rechazas la dictadura o el totalitarismo. Aplaudes o te opones a los militares y a los civiles golpistas. No hay más.
En toda Latinoamérica la democracia representativa hasta finales de los años ochenta era más una excepción que una regla. La mayoría de países se encontraban bajo el yugo de una dictadura u otra, con movimientos insurgentes, guerrillas y desestabilizaciones que mantenían en jaque continuo a la sociedad. De hecho, la década de los años ochenta ha sido catalogada como la década perdida para Latinoamérica. Con la desaparición del mundo bipolar y del socialismo real, la democracia fue asentándose progresivamente por todo el mundo. Latinoamérica se fue normalizando y las viejas y nuevas dictaduras en Chile, Argentina, Haití, Nicaragua o El Salvador cayeron, dando paso a transiciones democráticas que se han venido asentando con el tiempo.
El reciente episodio en Honduras es un coletazo de residuos antidemocráticos de rancia tradición en la zona. Que alguien se arrogue un poder superior para derrocar a un presidente electo, en aras a un viejo y desprestigiado principio de salvación nacional, ya no convence a nadie. Sea cual sea el balance de gestión de los políticos, sólo la soberanía popular, a través de las elecciones democráticas, pueden decidir quién gobierna y quién no. Sabemos que los contextos económicos y políticos han tenido, tradicionalmente, un peso muy determinante en la emergencia de las dictaduras. Las crisis económicas severas o las crisis de gobernación favorecen los alzamientos militares de uno u otro color. Otras variables como la propia cultura política del país, o la experiencia o no de haber tenido previamente una democracia representativa, favorecen o dificultan un modelo u otro.
Mas allá de interpretaciones varias, razones -sin sentido a mi juicio- de aquellos que han depuesto a un gobernante democráticamente electo, debemos ser muy contundentes y claros. La comunidad nacional e internacional debe manifestar públicamente y contundentemente su rechazo frontal. Las organizaciones internacionales han de posicionarse en contra y los medios de comunicación reflejar el gran desprecio de los demócratas hacia cuatro o cuatrocientos visionarios delirantes que pretenden ser los salvadores de no se sabe qué. Las dictaduras nunca han sido legítimas ni pueden serlo jamás. Quiero condenar rotundamente el golpe de Estado que el Ejército de Honduras y ciertos sectores conservadores del país han protagonizado contra el president legítim del país. Abajo la cadenas!, Viva Honduras libre!