El pasado 29 de junio tuve el honor y la gran satisfacción de ser recibido por el Lehendakari Patxi López, en Vitoria. Este tipo de recepciones, con claro perfil institucional, persiguen que el Jefe del Gobierno Vasco tome el pulso de la sociedad civil y sondee sus opiniones y puntos de vista, así como compartir su inquietud por hacer avanzar la sociedad vasca y contribuir a desencallar los grandes temas de país, entre otros el activismo de la banda terrorista ETA.
Del encuentro no sólo guardo un grato recuerdo por la afabilidad, cordialidad y cercanía de Patxi López, sino por su gran visión política. Creo que nunca hasta ahora un Lehendakari ha dado muestras de querer conectar con toda la sociedad vasca como lo está haciendo él, sea cual sea la poción de cada una de las posturas políticas dentro del marco constitucional. A nivel anecdótico nos explicaba Patxi López que muchos vecinos del entorno de la sede del Gobierno Vasco y de Ajuria Enea se sorprendían de que el nuevo Lehendakari desayunase o tomase un café por allí con total normalidad.
Unos de los temas que me llamó la atención del nuevo Lehendakari fue su clara visión de la interdependencia. Nadie está sólo, ni puede estarlo. Las sociedades, los individuos, los grupos somos interdependientes unos de otros. Formamos unas relaciones de reciprocidad, trenzamos nuestras relaciones de dependencia con funciones complementarias, donde conjugamos nuestro afán ilimitado por ser independientes con el contundente realismo de nuestro gran condicionante: la vida en sociedad y las continuas e ilimitadas transacciones que dan forma a la vida humana.
Si bien es cierto que el objetivo de nuestras sociedades democráticas es proteger nuestras cuotas de libertar y de autonomía, sería ingenuo pensar que esa cuota de autonomía y libertad es infinita. Aquella vieja idea de que mi libertad encuentra su límite donde empieza la tuya, es clarividente.
He hecho esta reflexión porque en estos tiempos, donde los debates nacionalista cobran fuerza, donde se celebra en Estados Unidos el 4 de julio como el día de la independencia, yo creo que las sociedades democráticas avanzadas deberíamos celebrar algo parecido al día de la interdependencia.
La sensación que tuve después de la recepción institucional con el Lehendakari Patxi López en Vitoria es que quizá el mundo político no es tan consciente de esta realidad, que lo que caracteriza a nuestro mundo global no es otra cosa que la situación de interdependencia en la que todos nos encontramos. Celebrar el día de la interdependencia contribuiría a reflexionar, al menos un día al año, sobre el tema.