divendres, 11 de març del 2011

El cambio en el socialismo catalán es inevitable

Publicaba Francesc-Marc Álvaro hace escasos días un articulo en La Vanguardia que, bajo el título Coolhunters para el PSC, elaboraba una diagnosis bastante aproximada de las causas de la (relativa) deriva del PSC. El artículo tenía un cierto interés por el analogismo entre moda y política. Venía a decir que el PSC, en los últimos tiempos, se ha dedicado más a cazar tendencias que no a (re)construirse sólidamente y a remozar su proyecto político. Sin entrar a valorar el fondo del artículo, o al autor, que como es sabido es de un filoconvergente militante, y perjuro de todo lo que huela a socialismo, catalán o no, me gustaría completar y matizar sus apreciaciones.
Hace tiempo que vengo diciendo que no se puede pretender gobernar, o ser una alternativa seria, sólida y de futuro, simplemente dando una mano de pintura al personal, o a tu ideario, y capear el temporal a base de cazar tendencias, promocionando gente guay y elegante que sepan transmitir frescura y proximidad, gente cool, con telegenia. Esto para el cine sí, para vender dentífricos también, pero en política no basta. Tiene que haber chicha y músculo. Lo de incorporar (sólo) caras nuevas con sonrisas Profident, acaba en fiasco, ¡fijo! Como en el deporte, sólo se gana con jugadores entregados, entrenados y convencidos. Que conocen el terreno, con cicatrices, y que provienen de equipos inferiores. No es suficiente con tener ambiciones desmesuradas, y querer comerse el mundo, tiene que haber realismo, autocrítica, reflexión en lo que haces y de lo que has hecho, y rendir cuentas ante los fracasos. Los entrenadores son responsables del resultado que obtienen con los equipos que han creado. Las estructuras de los partidos tradicionales han suplementado, en gran parte, el pensamiento de la sociedad en general y, últimamente, son más frecuentados por arribistas serviles que por idealistas. Imponiendo su visión de la realidad, se han convertido en máquinas de ganar elecciones y compiten, prácticamente, por los mismos votantes, y estos van a reaccionar con una solución sencilla, querrán más política, ¡seguro! Pero lo harán en lo que entiendan diferente, pues la solución es bien sencilla: no es menos política sino más.
Con la perspectiva de los años y, sobre todo, por la experiencia en labores de gobierno, sé que con un brochazo por aquí, un toque fashion por allá, una chica mona o un chaval guapote, no es suficiente para hacerlo bien y menos coaligándote con cualquier partido para gobernar a cualquier precio. Se acaba pagando. La gente no quiere el cartón-piedra, por muy reluciente que se presente, porque, cuando hay granizo o llueve, se deshace, no aguanta el peso de las inclemencias, y en los tiempos que corren, abunda el temporal, que afectará, de forma muy particular y claramente, a los malos políticos.
Desde hace tiempo vengo advirtiendo que el cambio en el socialismo catalán es inevitable. Llegará, tarde o temprano. Nadie lo duda. Lo que pocos se preguntan es si será “ordenado” y sin costes. Me refiero a que el riesgo de recesión en el tradicional voto socialita se dispara cuando nadie rinde cuentas, cuando todo el mundo actúa cómo si no pasara nada, como si el elector fuese cuanto menos iluso y con un voto mecánico.
Los líderes políticos, cuando acaban un ciclo, deben facilitar los cambios, la sucesión, en vez de verse desbordados por ellos, y empujados por otros. Estoy seguro que en el PSC el cambio será “ordenado”, pero me temo que después de ver por enésima vez la sangría en votos y la desbandada electoral que vaticinan los sondeos para las municipales del 22 de mayo. ¡Ojalá que me equivoque!
En tiempos de cambio, quienes estén abiertos al aprendizaje se adueñarán del futuro, mientras que aquellos que creen saberlo todo estarán bien equipados para un mundo que ya no existe.  Eric Hoffer (1902-1983), escritor y filósofo norteamericano.