dimarts, 3 de març del 2009

Lo bueno es enemigo de lo mejor


Este es un aforismo que aplicado a la política vasca, tras las pasadas elecciones, describe mejor que ningún otro la realidad de estos momentos. A nadie se le escapa que la expresión, en sí, es conservadora, conformista y complaciente. Es la política posibilista, la política del corto plazo, aquella que congela y paraliza escenarios potencialmente mejores, que limita el esfuerzo, que se conforma.
Hemos escuchado muchas veces la expresión de que lo bueno es enemigo de lo mejor. Con los resultados de las pasadas elecciones vascas, la expresión queda que ni pintada. Muchos son los que creen que para el socialismo que encabeza Patxi Lopez, pasar de estar en la oposición a contemplar la posibilidad de asumir responsabilidades de gobierno, sean las que sean, es un gran éxito, es bueno. Otros consideramos que esa posibilidad, que por sí ya es buena, es enemiga de lo mejor. Y lo mejor no es sólo gobernar, sino hacerlo con valentía, asumiendo la máxima responsabilidad del gobierno vasco, aún teniendo que lidiar y batallar continuamente los apoyos parlamentarios que se vayan precisando. No hemos de tener miedo a dar ese paso hacia delante.
Sabemos que los cambios en el País Vasco arrastran otros cambios en la política española. A nadie se le escapa que si el PNV pierde la Lehendakaritza, desaparecerán, al menos durante un tiempo, los apoyos que recibe el PSOE del nacionalismo vasco, pero también sabemos que las oportunidades en política son efímeras, pasan, si es que pasan, cada cuatro, ocho años o más…. Sabemos que el socialismo que encabeza Patxi López tiene ante sí el gran reto de asumir responsabilidades de gobierno, en un contexto parlamentario inestable, con una economía recesiva y con problemas en la izquierda abertzale no resueltos. Aún así, son en estos momentos donde se necesitan grandes hombres para los grandes retos. Patxi López sabe que lo bueno es enemigo de lo mejor, y que lo mejor supera a lo bueno. En el contexto político que estamos viviendo, el cambio no sólo es necesario sino imprescindible. Un cambio que debe liderar toda una nueva generación de vascos y vascas libres que están dispuestos a luchar por una sociedad mejor, por una comunidad más vertebrada. Nadie debe acomodarse. Todo está en movimiento. El nuevo escenario político exige valentía y ambición política.