El que tiene miedo al debate, tiene miedo a la democracia. Uno de los ejemplos más recientes y claros ha sido la discusión en Estados Unidos sobre la sanidad pública ¿A alguien, en su sano juicio, se le puede ocurrir que el tema de la sanidad pública pueda zanjarse sin debate público? ¿Hay alguien que puede llegar a pensar que la mejor manera para decidir sobre el asunto es desautorizar la diversidad de opiniones, prohibiendo o limitando la posibilidad que oponentes y defensores hablen y debatan sobre ella? ¿Sobre sus pros y contras, y, además zanjar el debate a puerta cerrada? Nadie que crea en la democracia opinará así.
En Montcada i Reixac un grupo de ciudadanos pretende algo parecido con el tema del combustible de la cementera Lafarge. No quieren que se debata en público el asunto, hablar de pros y contras. No desean que las diferente opiniones se puedan manifestar públicamente, de forma pacifica, razonada y civilizada. Sólo quieren imponer, megáfono en ristre, su opinión, por encima del resto de opiniones, y buscan personajes del mundo de la universidad, o de donde sea, que defiendan sus mismas posiciones para presentarlas cómo verdaderas, únicas y universales.
El que teme al debate, desconfía de la democracia. Son los que criminalizan a los que no opinan como ellos, ya estén en desacuerdo con lo que dicen, tenga una opinión neutral o pretendan facilitar los instrumentos para el contraste de opiniones, para el debate. Son los mismos que difunden alarmas infundadas sobre la salud de la ciudadanía (cánceres, malformaciones, esterilidad, etc.), de nuestra ciudad, de nuestros barrios, los que atizan y manipulan la sombra de las sospechas, los que, desde el anonimato, hacen política enmascarada, con intereses de partido.
Muchos de ellos, de vieja raigambre comunista, y acostumbrados al ideario del partido único, desconfían de los debates, del contraste de opiniones, en el fondo no creen en la participación, aunque hagan bandera de ello. Creen que la razón es única y, cómo no, ¡está de su parte! Digas lo que digas, opines lo que opines o cuestiones lo que cuestiones, a ojos de estos iluminados estás equivocado. Es una Inquisición laica que pontifica sobre lo que le conviene a la gente, sin permitir que opinen.
El 8 de abril está previsto que se celebre en Montcada i Reixac un debate abierto, público y contrastado sobre la biomasa como combustible alternativo en los hornos de las cementeras. Los señores que se oponen a este debate, megáfono en mano, vienen amenazando con no dejar celebrar la jornada de reflexión. Impedir que se lleve a cabo. Boicoteándola y limitando el derecho a la información, participación y al contraste, a que conozcamos los pros y contras de la biomasa. Amenazan con exigir mi dimisión como alcalde de esta ciudad si llega a celebrarse. ¡Vaya novedad! Si por ellos fuera yo no sería alcalde, no ahora, si no hace años, en contra de lo que viene opinando la mayoría de los ciudadanos de esta ciudad cuando votan. Nada nuevo. Sé que los señores del megáfono siempre me han tenido un gran aprecio y me han deseado lo mejor. Si fuera por muchos como ellos, aquí, en otras ciudades, o países, las alternancias políticas no se refrendarían en las elecciones, sino a golpe de manifestación. Pero, por fortuna para todos, para la salud democrática de nuestro modelo de convivencia, la legitimidad del gobierno se gana en las elecciones, no por el grito más alto. Yo lo que les propondría es que con toda esta actividad política que están llevando a cabo, se presenten a las elecciones democráticas, jueguen limpio y se quiten la careta de una vez por todas. Que den la cara y que no se escondan detrás de la pancarta, detrás del megáfono.
Como demócrata, como socialista y como luchador por las libertades políticas, lamento profundamente que alguien pretenda impedir celebrar un debate abierto y público, sea cual sea el tema que trate.
La línea roja que nadie con responsabilidad de gobierno dejará franquear es aquella decisión que restinga o limite las libertades a la información, al trabajo o la salud. Cualquier acción que amenace la calidad de vida de nuestros ciudadanos, al derecho al trabajo, la protección de la salud, o la calidad de nuestra democracia, tendrá ahora , y mientras sea alcalde, mi oposición y mi rechazo más firme. ¡Quién se han pensado que son!