En la vida, todo está en movimiento, nada es estable o inmóvil. Lo que hoy es nuevo y original, con el tiempo pierde esa cualidad y mañana deja de serlo. La materia se transforma con similar rapidez que las dinámicas humanas. La secuencia del tiempo nos recuerda nuestra posición en el espacio, y mi tiempo en la política activa concluye definitivamente.
Después de muchos años de intensa dedicación a la política, acaba un ciclo y vuelvo a mi anterior trabajo con ilusión, retomando mi profesión, de la que tan gratos recuerdos tengo: profesor de instituto. Me reincorporo con la satisfacción de haber dedicado los mejores años de mi vida a la lucha por mejorar nuestra ciudad, nuestra sociedad, después de haber creído en las posibilidades del PSC para convertirse en un referente político en Montcada y con la satisfacción de haber asumido la máxima responsabilidad política en el gobierno de la ciudad durante casi tres legislaturas.
Pero mi ciclo en la política institucional ha acabado. Dejo mi cargo en la Diputación de Barcelona y, después de haber sido 15 años concejal en Montcada, vuelvo a mi trabajo de profesor. Lo digo y lo hago con ilusión y orgullo, porque la política nunca ha sido mi trabajo. Ha sido mi dedicación temporal en esa hoja de servicios que, entre tantas manos, hemos escrito para nuestra ciudad y para el bien de nuestros ciudadanos.No es el momento de lamentarse de los errores cometidos, ni vanagloriarse de los aciertos. Sólo de agradecer a los miles de ciudadanos la confianza que depositaron en las siglas de mi partido, y en mí. A todos ellos, a los miles de votantes, afiliados, simpatizantes, a todos mis vecinos y vecinas, amigos y amigas que me conocen, quiero, desde aquí, agradecerles su confianza.
La vida es un continuo aprendizaje, secuencia de etapas, metas volantes que configuran nuestro recorrido. Como decía Machado: Caminante, no hay camino/ se hace camino al andar/ Al andar se hace camino/ y al volver la vista atrás/ se ve la senda que nunca/ se ha de volver a pisar. En Montcada i Reixac hemos hecho camino entre todos. No hay camino previo sin la voluntad de trazarlo y compartirlo. Sólo se hace camino al andar.
Me voy satisfecho, con la cabeza alta, mirando directamente a los ojos a cualquier persona que me encuentre. Pido disculpas a todos aquellos que se han sentido ofendidos o heridos por mis acciones en el ejercicio de la política. Como alcalde, cuando detentas la máxima representación institucional, debes anteponer el interés general a los particularismos legítimos de los grupos, o de las personas. Gobernar es decidir y las decisiones provocan aplausos y quejas, apoyos y críticas. Es imposible contentar a todos, e ingenuo perseguirlo, y seguramente son muchos los que no han estado de acuerdo con mis dediciones. A todos ellos les pido comprensión y benevolencia en su juicio.
Cuando se cierran ciclos no deben quedar amarras sueltas, cosas pendientes, palabras no dichas, sensaciones de poder haber hecho algo más... Si decides cerrar el ciclo, debes asegurarte de estar en paz contigo, lo que no dijiste en su momento no tendrá el mismo impacto hoy, lo que no hiciste aquel día ya no tendrá sentido hoy. Es indispensable aceptar el pasado para entender y vivir en paz el presente y el futuro. De nada vale ahora arrepentirse de lo que no se hizo, o se hizo mal, o culpabilizar al contexto, o a otros, de la ineficacia o de los errores cometidos. La condición humana conlleva, irremediablemente, una tendencia a actuar, acertando algunas veces y equivocándonos otras. Confío en que lo aciertos hayan superados los errores.
No quiero dejar de hacer unas ligeras referencias a mi partido, el PSC. Como militante sé que tenemos ante nosotros un gran reto. Los resultados electorales nos han castigado duramente en los últimos comicios, nos encontramos a la defensiva, con una dirección política provisional y desorientada. Todo el mundo, todos los partidos, en algún momento u otro, ha pasado por este trance. Ahora nos ha tocado a nosotros y no podemos ni debemos abandonar. Son miles las personas que, con su voto, han confiado en nosotros y siguen haciéndolo. Sólo por ellas vale la pena seguir luchando para recuperar el protagonismo político que merece nuestras siglas. Siempre estaré dispuesto a ayudar cuando mis compañeros me lo pidan. Me voy, estoy en la reserva, pero no me jubilo. Sé que otra generación está asumiendo nuevas responsabilidades y desde aquí me pongo a disposición de aquellos que me necesiten.
Hay que cerrar ciclos cuando los contextos así lo sugieren. No hay que mitificar el pasado, ni ensalzar el futuro, tampoco deprimir el presente. Hay que actuar y hacerlo con humildad, cambiando lo necesario para mejorar lo suficiente. No hay que alargar artificialmente lo que ya no atrae. No hay que lamentarse ni victimizarse, porque ambas cosas nos paralizan. Pablo Coelho nos dice que, en situaciones de cambio, no hay nada mejor, ¡por muy doloroso que sea!, que destruir recuerdos, cambiar el entorno, el relato y las rutinas, porque todo en este mundo visible es una manifestación del mundo invisible, de lo que sucede en nuestro corazón. Deshacerse de ciertos recuerdos significa también dejar libre un espacio para que otras cosas ocupen su lugar. En definitiva, fer foc nou!
Creo que hay que cambiar y hacerlo sin lamentos, sin el autochantaje emocional al que con frecuenta nos sometemos para autocomplacernos. Un fiel y buen amigo, discreto compañero de andadura y de profundas creencias religiosas, siempre me ha recordado que debemos hacer el bien sólo por la satisfacción del servicio a los demás, sin esperar nada a cambio, ni reconocimiento, ni reciprocidad, ni prebendas. Sólo así seremos más libres, porque, sólo olvidando lo que hemos sufrido para darnos a los demás, valoraremos la felicidad que hemos generado.
Tal vez cerrar ciclos se reduzca a entender y aceptar los tiempos. Y para ello lo primero es admitir la fluidez como un estado dinámico que nos permite cambiar de óptica, de perspectiva, para redescubrirnos y fortalecernos.
Me voy sin rencor. Vuelvo a mi trabajo con orgullo y con renovadas ilusiones. Empiezo de nuevo. Aún así, mi compromiso cívico con Montcada sigue intacto. Quiero mi ciudad y detesto las injusticias. Y nunca dejaré de hacer lo necesario para luchar contra ellas. Son muchas las personas que me han ayudado para llegar aquí, a todas ellas quiero agradecérselo. Vivo en paz el presente y el futuro. Suelto amarras y me despido con el verso de Antonio Machado.
Cantares
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
caminos sobre la mar.
Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
Antonio Machado, poeta
(Sevilla 1875-Collioure 1939)